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23 de diciembre de 2024

Caso Nora Dalmasso: cómo descubrieron las pruebas que complican al nuevo acusado a 18 años del crimen

Un análisis de ADN determinó que las huellas de Roberto Bárzola están en el cinturón de la bata de la víctima. Además, un vello púbico hallado sobre el cuerpo coincide con su rastro genético. Los detalles

>La Unidad Fiscal Especial de Río Cuarto informó este lunes por la mañana que el perfil genético de Hasta aquí, es muy probable, que estas pruebas resulten concluyentes acerca de la autoría del crimen cometido el 25 de noviembre de 2006, en el country Villa Golf, en esa ciudad de Córdoba. Sin embargo, en caso de que la prescripción de la causa siga firme, nunca habrá una condena para el parquetista, ahora imputado por abuso sexual seguido de muerte.

Ahora, bien, ¿por qué la Justicia llega a esta conclusión 18 años más tarde? El expediente pasó por varios fiscales: Javier Di Santo, Fernando Moine, Marcelo Hidalgo, Daniel Miralles y Luis Pizarro.

La hipótesis con la que el caso llegó a debate oral y público, en abril de 2022, hablaba de la existencia de un presunto sicario que fue contratado por Macarrón para asesinar a su esposa. A esa conclusión había llegado Pizarro, a raíz del hallazgo de un perfil masculino desconocido en el cinturón de la bata, que reveló un informe del FBI en 2011.

El linaje de Macarrón estaba presente, pero la defensa logró demostrar que era un aspecto que no escapaba de la lógica en la dinámica de un matrimonio.

La acusación contra el viudo se desmoronó durante el debate oral y público.

Incluso, el fiscal de juicio, Julio Rivero, admitió que no podía probar la tesis de Pizarro, pidió la absolución y ensayó su propia hipótesis: “No la mató Macarrón, ni la mató un sicario. La mató una sola persona. Un hombre conocido por ella que lo más probable es que la haya estado esperando. Acto seguido se produjo un acto sexual consentido. La sujetó con ambas manos, la dejó inconsciente, tomó el cinto, hizo doble nudo para asegurarse el resultado final. Luego, la cubrió con las sábanas de los tobillos al abdomen, en señal de rechazo, de respeto, de pudor, de dejar un mensaje de que no la abusó”, explicó el funcionario del Ministerio Público.

Lo sorprendente es que Bárzola había desfilado por la sala como testigo. Dijo a los jueces que había ido en tres oportunidades a la casa, en la semana previa al homicidio, y que solo había visto una sola vez a la víctima.

Hasta ese momento, ninguno de los fiscales había ordenado que el parquetista sea sometido a una extracción de ADN para cotejo, pese a los pedidos de la querella y la defensa.

Por derivación, la causa llegó a las manos de Pablo Jávega, quien resolvió, en septiembre de 2023, realizar un mapeo o barrido genético de todos aquellos que fueron testigos e imputados durante el proceso. Dentro del grupo estaba Bárzola quien ya había declarado seis veces en la causa y había sido señalado en su declaración por la madre de la víctima.

Las muestras fueron analizadas por el Centro de Genética Forense del Poder Judicial de Córdoba, con la colaboración del National Center for Forensic Science, de la Universidad de Florida (EEUU).

Jávega, quien no pudo responder por qué sus colegas no lo investigaron antes, cree que existió un abuso sexual seguido de muerte y analiza la vigencia de la acción penal, tal como lo indicó esta mañana en conferencia de prensa.

En ese sentido, adelantó que, junto a su equipo, hará “una exhaustiva de búsqueda de antecedentes”, un detalle que puede evitar la prescripción de la causa, aunque evitó hablar de certeza de culpabilidad. Por lo pronto, el principal sospechoso se abstuvo de declarar y continuará en libertad.

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